Si en junio no hay milagros que se suicide

Por Ernesto Toledo Brückmann

“Al Perú lo llevo en las entrañas”, fue la apasionada expresión de Mario Vargas Llosa tras ser galardonado el año pasado con el Premio Nobel de literatura; nada le hacía pensar que algunos meses después, serían sus vísceras y el hígado los hablen por él.

Si el domingo 10 de marzo fueron el cáncer y el Sida los “males” escogidos por millones de peruanos, hoy la disyuntiva es entre el “suicidio o el milagro”, tal como lo señaló a un diario español, al día siguiente de culminada la primera vuelta electoral; muy posiblemente ni Ollanta Humala ni Keiko Fujimori sepan quién es quién.

A sus 75 años de edad el insigne literato festejado políticamente por las derechas mundiales, ya no quiere ser presidente pero se mueve como pez en el agua cada vez que le parece; nada más alejado de la realidad que sus apreciaciones acerca de este país, y es que sus apariciones eventuales por los cenáculos políticos limeños no le permiten mirar a la cordillera, la densa neblina barranquina que asoma por la terraza de su apartamento lo ciega y cree que el Perú es él, que los 20 millones de votantes son una manga de ignorantes porque no ganaron un Premio Nobel y que es su palabra la que debería guiar a la gran masa hacia la panacea neoliberal.

Recordando su magnífica obra Conversación en la Catedral nos damos cuenta que el Zavalita de los 50’ tuvo progeria y en realidad es el “Varguitas” de la década del 10 de este siglo que se rehúsa a preguntarse “¿en qué momento me jodí?

No resulta extraño que Varguitas decidiera dar su voto a Alejandro Toledo, y es que el ex mandatario es su referencia más cercana ya que durante su gobierno fue la última vez que pisó tierra peruana y permaneció por un tiempo prudencial.

Varguitas no recuerda que la casi totalidad de peruanos que votaron el 10 de abril por Humala o Keiko tienen más tiempo viviendo en este país que él. Radicar en el extranjero, regresar de un día para otro, dar órdenes a los peruanos de cómo se debe votar y por quién, no es algo que sea del gusto de la mayoría.

Tampoco resulta disparatado que Varguitas haya visto en PPK “un lujo de presidente” ya que su renuncia a la ciudadanía peruana del ex candidato es lo más parecido a su adhesión a la corona española.

Varguitas califica a Humala de ser “un Hugo Chávez con un lenguaje abrasileñado", pero resulta que Toledo no piensa lo mismo. ¿Qué dirá Varguitas, ahora que Toledo inició un tímido acercamiento a Humala, asegurando que Perú ha encontrado en éste a un candidato que puede canalizar su enojo?

¿No fue Varguitas quien influenció en Toledo para su “fatal decisión” de abordar dos temas tabú en un país profundamente católico como Perú --la legalización del aborto y las drogas--, lo que podría haber desatado su caída en las encuestas?

Es evidente que los lineamientos económicos de Varguitas son completamente coincidentes con los defendidos por Keiko; si el escritor espera un “milagro japonés”, es el pueblo peruano quien le dará respuesta literaria, adelantándonos cuatro meses a Oswaldo Reynoso: “En junio no hay milagros” y si el suicidio es Ollanta “viva la muerte” No le pedimos a Varguitas que se suicide porque políticamente ya lo hizo hace algunos años, hoy solamente presenciamos la exhumación del cadáver.

Varguitas ya no tiene “la puerta de La Crónica”, la avenida Tacna no se parece a lo que un día fue; ya no encuentra canillitas merodeando entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson; el Hotel Crillón ya es historia al igual que el perro que viene a lamerle los pies pues el único rabioso es él. Varguitas no manosea un chilcano ni se hace lustrar los zapatos; ahora en el 2011 Varguitas se debe preguntar sobre el cáncer, el sida, el suicidio y el milagro… ¿en qué momento me jodí?